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Vayamos al grano: los envases de plástico tienen un problema de imagen. El aumento de la contaminación ambiental ha desencadenado un debate político y social sobre la realidad y la ficción de los envases. Creo que el debate en sí es positivo y necesario para el futuro de nuestro planeta. Sin embargo, considero que el plástico a menudo se desacredita de forma errónea.
Cabe destacar especialmente el punto de vista emocional con el que se trata el tema. La gente a menudo escucha o lee argumentos como: muchas veces los envases son innecesarios. Evitar los envases de plástico no solo conservaría los recursos fósiles y reduciría las emisiones de CO2, sino que también resolvería el problema de la basura y los residuos. Y los consumidores prefieren los envases de vidrio y metal porque supuestamente son mejores para el medio ambiente. Pero ¿qué hay detrás de estas acusaciones? ¿Son verdad?
Los alimentos frescos como las verduras, los lácteos o la carne, duran de 10 a 25 días más si si son envasados que sin envasar. Además, hay una norma general en la industria: las emisiones de CO2 derivadas de la producción de envases suponen menos del diez por ciento de las emisiones de CO2 causadas por la producción de alimentos. Un envasado seguro e higiénico evita que los alimentos se desperdicien de forma prematura. La función del embalaje es de todo menos innecesaria. Es sumamente importante porque, actualmente, más de un tercio de los alimentos producidos en todo mundo se desperdician. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, el desperdicio de alimentos es la causa de hasta el ocho por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Si se pudiese evitar una pequeña parte de este desperdicio, reduciríamos toneladas de emisiones de CO2. Además, y todavía más importante: reduciríamos el número de personas que padecen hambre en el mundo.
Dr. Christoph Hoffmann, Director Corporate Strategy, Sustainability & Circular Economy en ALPLA
Lo cierto es que solo el cuatro por ciento del petróleo crudo en el mundo se destina a la fabricación de plástico, del cual solo alrededor del 36 por ciento se transforma en envases. Me gustaría arrojar algo de luz sobre este tema desde una perspectiva diferente: el plástico es un material reciclable, al igual que el metal, el vidrio o el papel, lo que significa que ninguno de estos materiales reciclables debería terminar en el medio ambiente de forma irresponsable. La única forma correcta de hacerlo es mantener estos materiales en la economía circular: después de su consumo, los materiales se clasifican, se reprocesan y se fabrican nuevos productos, así una y otra vez.
Cuando se trata de la famosa economía circular, el plástico es más convincente que cualquier otro material. El diseño de tecnologías de reciclaje permite reciclar envases de plástico aunque hayan sido utilizados muchas veces, sin una pérdida significativa de la calidad y a un coste razonable. A partir del material reciclado, se pueden producir envases completamente funcionales, manteniendo el principio “botella por botella”.
Que reciclaje es una palanca importante para evitar el desperdicio no es un secreto. Con lo que muchas personas no están familiarizadas es con la contribución del reciclaje a la protección del clima. Por ejemplo, el plástico reciclado producido por una de nuestras filiales (PET Recycling Team en Wöllersdorf), crea solo una décima parte de las emisiones de gases de efecto invernadero que el llamado “material virgen” o plástico recién fabricado.
Según las encuestas e informes mediáticos, es más probable que los consumidores busquen productos con envases de metal o vidrio. Pero la percepción que tenemos de que estos materiales son respetuosos con el medio ambiente no responde a un análisis objetivo. Para poder tratar este debate desde un punto de vista imparcial, desde ALPLA pedimos a una consultora independiente la realización de un estudio sobre el impacto ambiental de los envases. Ahora conocemos los resultados detallados en las soluciones de envasado de diferentes productos (agua mineral, productos alimenticios o detergente para la ropa) en diferentes países.
Me gustaría destacar este ejemplo: las botellas de vidrio para agua mineral son mucho más pesadas que las botellas de PET. El transporte de estas botellas de vidrio conlleva mayores emisiones de CO2. Durante el proceso de reciclaje, el vidrio requiere una temperatura mucho más elevada que el plástico para fundirse. Estos hechos por sí solos hacen que las botellas de vidrio no retornables se queden obsoletas en comparación con las botellas no retornables hechas de PET con material reciclado. La conclusión es todavía más interesante si comprobamos las botellas reutilizables: cuanto mayor sea la proporción de material reciclado en las botellas de plástico, mejor será el rendimiento ecológico en comparación con las botellas de vidrio, lo que ayuda a cerrar el ciclo. Recolectar y reutilizar es clave para ahorrar recursos y evitar emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, hay un mensaje entre líneas completamente diferente para cada uno de nosotros: como consumidores, tenemos el poder. Tenemos que verificar la información y no dejarnos influenciar por nuestras emociones. Debemos consumir de manera responsable y no solo comprar el envase, sino, sobre todo, el producto. Creo que el plástico es un material reciclable con buenas propiedades que debemos utilizar de manera responsable, como todos los demás recursos.
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